Pablo Pérez
Así está el Gobierno de Nicolás Maduro con el tema de los presos políticos y la represión contra la disidencia democrática. La presión nacional e internacional cada día es mayor y el régimen se aferra a la terquedad, para no liberar a los detenidos y permitir el regreso de todos aquellos líderes democráticos que han tenido que exiliarse ante la persecución oficial.
La suspensión del viaje a Roma es una señal clara del problema en el cual está metido el Gobierno. Por un lado, está paralizado producto de los enfrentamientos internos que generan desacuerdos en las decisiones más importantes que deben tomarse y por eso el deterioro del país es grave. Esos conflictos internos no les dejan ver la importancia de tomar una decisión favorable a los presos políticos.
Y por otro lado está cercado por la opinión pública nacional e internacional. En el país hay una fuerte matriz de opinión sobre el autoritarismo del gobierno y la utilización del Poder Judicial para criminalizar la disidencia. Y en el exterior es cada vez más sólida la apreciación sobre los rasgos poco democráticos del gobierno.
Todos los días son más los países y las instituciones que se suman al clamor de la necesidad de liberar a los presos políticos y la construcción de un diálogo sincero, mediante el cual se pueda cambiar el modelo político y económico, generar confianza y atajar una crisis que pudiera terminar en escenarios muy adversos para la institucionalidad del país.
La reunión con el Papa Francisco era vital en la búsqueda de salidas a la crisis venezolana. Se aseguró que pediría la liberación de los presos políticos y además solicitaría la reactivación del diálogo. A eso le huyó el Gobierno. No terminan de entender que una amnistía general aliviaría la presión contra la imagen gubernamental y crearía una distensión en la crisis nacional.
Pero la realidad es otra. Ellos juegan al caos y la tensión. Creen que ganan con el conflicto. Quieren siempre sacar partido de la polarización. Se aferran al radicalismo que tanto daño le ha hecho al país. Están seguros que esa es la vía para mantenerse en el poder, aunque no les importa solucionar la crisis. Sólo les interesa seguir manejando el país sin importar el rumbo que éste tome.
El Gobierno cree firmemente que liberar a los presos políticos y permitir el regreso de quienes están en el exilio, es una muestra de debilidad y están totalmente equivocados. Más bien sería una señal de reflexión y corrección de los errores, dos acciones que son absolutamente válidas en democracia.
Los presos políticos son y seguirán siendo un problema grave para el Gobierno. Por eso están cercados y atrapados. Por eso cada día su imagen “democrática” se erosiona más y en la medida que eso ocurre pierden credibilidad y respeto entre los venezolanos y confianza en el escenario internacional.
Es tan absurda la posición del gobierno que arma toda una campaña para desprestigiar la mediación del ex jefe del Gobierno de España, Felipe González, cuando quedarían mejor si facilitaran sus actividades en Venezuela. Calificando su apoyo a los presos políticos de intervencionismo e “injerencismo” sólo les dan mayores alegatos a todas las acusaciones de autoritarismo que contra ellos se lanzan.
¿Qué debe hacer la disidencia democrática? Mantener la presión. Seguir denunciando las atrocidades del gobierno. Seguir señalando a los poderes públicos de no cumplir con sus obligaciones, sino de acatar las órdenes que emanan del partido de gobierno.
Pero sobre todo, la disidencia democrática debe organizar la participación popular, mediante la cual ganaremos las elecciones parlamentarias y ahí comenzaremos la reconstrucción institucional, política, económica y social de la patria ¿Estás conforme con el presente y el futuro de Venezuela? Si no lo estás, actívate y participa.
@PabloPerezOf
Así está el Gobierno de Nicolás Maduro con el tema de los presos políticos y la represión contra la disidencia democrática. La presión nacional e internacional cada día es mayor y el régimen se aferra a la terquedad, para no liberar a los detenidos y permitir el regreso de todos aquellos líderes democráticos que han tenido que exiliarse ante la persecución oficial.
La suspensión del viaje a Roma es una señal clara del problema en el cual está metido el Gobierno. Por un lado, está paralizado producto de los enfrentamientos internos que generan desacuerdos en las decisiones más importantes que deben tomarse y por eso el deterioro del país es grave. Esos conflictos internos no les dejan ver la importancia de tomar una decisión favorable a los presos políticos.
Y por otro lado está cercado por la opinión pública nacional e internacional. En el país hay una fuerte matriz de opinión sobre el autoritarismo del gobierno y la utilización del Poder Judicial para criminalizar la disidencia. Y en el exterior es cada vez más sólida la apreciación sobre los rasgos poco democráticos del gobierno.
Todos los días son más los países y las instituciones que se suman al clamor de la necesidad de liberar a los presos políticos y la construcción de un diálogo sincero, mediante el cual se pueda cambiar el modelo político y económico, generar confianza y atajar una crisis que pudiera terminar en escenarios muy adversos para la institucionalidad del país.
La reunión con el Papa Francisco era vital en la búsqueda de salidas a la crisis venezolana. Se aseguró que pediría la liberación de los presos políticos y además solicitaría la reactivación del diálogo. A eso le huyó el Gobierno. No terminan de entender que una amnistía general aliviaría la presión contra la imagen gubernamental y crearía una distensión en la crisis nacional.
Pero la realidad es otra. Ellos juegan al caos y la tensión. Creen que ganan con el conflicto. Quieren siempre sacar partido de la polarización. Se aferran al radicalismo que tanto daño le ha hecho al país. Están seguros que esa es la vía para mantenerse en el poder, aunque no les importa solucionar la crisis. Sólo les interesa seguir manejando el país sin importar el rumbo que éste tome.
El Gobierno cree firmemente que liberar a los presos políticos y permitir el regreso de quienes están en el exilio, es una muestra de debilidad y están totalmente equivocados. Más bien sería una señal de reflexión y corrección de los errores, dos acciones que son absolutamente válidas en democracia.
Los presos políticos son y seguirán siendo un problema grave para el Gobierno. Por eso están cercados y atrapados. Por eso cada día su imagen “democrática” se erosiona más y en la medida que eso ocurre pierden credibilidad y respeto entre los venezolanos y confianza en el escenario internacional.
Es tan absurda la posición del gobierno que arma toda una campaña para desprestigiar la mediación del ex jefe del Gobierno de España, Felipe González, cuando quedarían mejor si facilitaran sus actividades en Venezuela. Calificando su apoyo a los presos políticos de intervencionismo e “injerencismo” sólo les dan mayores alegatos a todas las acusaciones de autoritarismo que contra ellos se lanzan.
¿Qué debe hacer la disidencia democrática? Mantener la presión. Seguir denunciando las atrocidades del gobierno. Seguir señalando a los poderes públicos de no cumplir con sus obligaciones, sino de acatar las órdenes que emanan del partido de gobierno.
Pero sobre todo, la disidencia democrática debe organizar la participación popular, mediante la cual ganaremos las elecciones parlamentarias y ahí comenzaremos la reconstrucción institucional, política, económica y social de la patria ¿Estás conforme con el presente y el futuro de Venezuela? Si no lo estás, actívate y participa.
@PabloPerezOf
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