Pablo Pérez
El
gobierno apeló al diálogo como herramienta para tratar de enfriar la crisis que
afecta al país. Pero ¿es un diálogo sincero y productivo? Hasta ahora creo que
no, pues lo que hemos visto es a un régimen haciéndose la víctima y acusando de
victimarios a todo el pueblo que protesta en la calle. Esa no es la vía
adecuada para dialogar.
Si
el gobierno tiene interés real en superar la crisis, debe admitir que el país
necesita de cambios profundos. Desde esta tribuna quiero dar mi aporte para
construir un diálogo verdadero y no que termine siendo un mecanismo para ganar
tiempo y no resolver nada.
Lo
primero que se debe hacer en Venezuela es una renovación total de los poderes
públicos, los cuales en la actualidad están secuestrados por la tendencia
política en el poder. Tenemos que elegir a los nuevos rectores del Consejo
Nacional Electoral para que el ciudadano pueda retomar la confianza en los
procesos electorales en Venezuela.
Hay
que seleccionar a los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y a
un nuevo Fiscal General de la República, porque el deterioro en la credibilidad
de estas instituciones fundamentales para el país es terrible. Nadie confía en
la justicia actual por su elevado grado de compromiso con el oficialismo.
Asimismo
se debe elegir al nuevo Contralor o Contralora General de la República, para
que exista una real lucha contra la corrupción. Los venezolanos aspiramos que
la Defensoría del Pueblo de verdad defienda los derechos de los ciudadanos y no
los intereses del gobierno. Esta crisis los terminó de desenmascarar no sólo
ante los ojos de los venezolanos, sino ante el mundo por carecer de autonomía.
Se
necesita una amnistía general para todos los presos políticos. Que salgan de la
cárcel Iván Simonovis, Leopoldo López y todos los que están tras las rejas por
pensar distinto. Que regresen los exiliados en otros países. Todos hacemos
falta para construir a la nueva Venezuela.
Cuando
todos estos elementos del ámbito político estén cubiertos, como consecuencia
comenzará a reaparecer paulatinamente la confianza en Venezuela, esa confianza
que el actual fracasado modelo socialista confiscó. Hasta sus propios países
aliados como Rusia, India y China comienzan a perder la confianza en Venezuela.
Estos
son apenas algunos de los pasos que deben cumplirse dentro de un diálogo
productivo, aunque temo que el gobierno sólo apela a éste para ganar tiempo. Cuando
esas conversaciones se den entre iguales, pudiera cambiar la actual situación
de crisis que vive Venezuela.
Yo
apuesto a un diálogo sincero, que incluya a los nuevos liderazgos encarnados en
los estudiantes, y no por un show que en cadena quiere reunir a todas las
tendencias, buscando un aval que mejore la imagen internacional del gobierno,
deteriorada por sus abusos en el manejo de la crisis. Apuesto por Venezuela.
Todos somos útiles, en la medida que nos escuchen y no que nos utilicen.
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