Foto archivo
Pablo Pérez
No
es casual que más de la mitad del país desconfía de muchas de las ofertas que
hace el gobierno nacional. Cada vez que hay un anuncio, se piensa que detrás de
esa proposición hay algo oculto. Y toda esa ausencia de confianza tiene su
razón de ser en el creciente interés del gobierno por controlar, cercar y
callar al pueblo.
¿Es
necesaria una tarjeta electrónica para poder controlar el contrabando de
alimentos? No, porque ese contrabando se controla cerrando la frontera al paso
de enormes cargamentos de alimentos o productos de primera necesidad ¿Tienen
que tomar la huella de una persona para evitar el bachaqueo? Para nada, eso
sencillamente es otro mecanismo de control social y político ¿Se acabará la
escasez? Mucho menos, porque el problema es de fondo.
Esa
tarjeta de abastecimiento seguro que anunció Maduro, huele es a tarjeta de
“control” seguro. Buscan usar la urgente necesidad que tiene el pueblo por
comprar alimentos y todo lo que escasea, para crear otro macabro instrumento de
secuestro político del pueblo.
Ya
Maduro anunció que este fin de semana comenzaba el registro “voluntario” de
personas para poder beneficiarse de dicha tarjeta. Habló de la recolección de
huellas, para un supuesto control biométrico. Pero además de eso pedirán todos
los datos personales y familiares de los interesados ¿Qué cree usted que harán
con todos esos detalles?
Eso
les permitirá ampliar la enorme base de datos que el gobierno tiene para
controlar electoralmente al ciudadano. Recordemos que esa data está alimentada
por todas las misiones y donaciones que han hecho. Cualquier persona que recibe
una casa, por ejemplo, se convierte en un nuevo preso del gobierno porque
reciben todo tipo de amenazas para evitar que puedan votar
y expresarse libremente.
Si
un ciudadano recibió un electrodoméstico como parte del “buen corazón” del
gobierno socialista, en el fondo la estrategia es ejercer el dominio absoluto
sobre él para que no pueda elegir, sino sólo votar por quien el gobierno le
obligue. Este tipo de experiencias han sido demostradas y hasta denunciadas en
los recientes procesos electorales.
De
hecho en la interesante jornada de protesta nacional esa presión ha estado
presente, porque en las zonas populares los venezolanos quieren salir a
reclamar por la inseguridad, escasez e inflación, entre tantos problemas, pero
son sometidos al chantaje de los colectivos que les recuerdan que han recibido una casa o cualquier otro beneficio
de las misiones.
¿Será
distinto el manejo con esta tarjeta de abastecimiento seguro? Imposible porque
hoy más que nunca el gobierno necesita controlar al pueblo ante el decreciente
malestar que existe contra la grotesca ineficiencia oficial. Sin más control el
gobierno no sobrevivirá y ellos lo saben.Con lo que no cuenta el gobierno, es
que el ciudadano perdió el miedo a protestar y reclamar por los problemas que
no han podido resolver.
Si
el gobierno quiere controlar el contrabando, deben acabar con las mafias que no
sólo se lucran con el bachaqueo, sino castigar a todos los funcionarios
públicos que se benefician de ese delito. Esa tarjeta es una trampa más del
gobierno. En el fondo es un chantaje para, repito, controlar a la mayor
cantidad posible de la población venezolana. Con eso no aumentará la producción
nacional. Con eso no se acabará la escasez. Con eso y con más represión
pretenden abortar el caos que se les avecina. La crisis es de fondo y no de
forma.
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