Pablo Pérez
“No matarás”, quinto mandamiento de la Ley de Dios.
Pablo Pérez
Dolor y estupor, son las palabras que definen lo que se siente al
ver cómo el presente y el futuro del país son literalmente asesinados sin
miramientos y compasión. Buena parte de nuestros jóvenes son víctimas de la
violencia o se incorporan como soldados de quienes promueven la violencia.
¿Las razones? Las más absurdas y condenables: negarse a entregar
un celular, una laptop, no pagar las llamadas “vacunas”, o simplemente por una
discusión, como ocurrió el fin de semana pasado en Santa Cruz de Mara, donde un
ciudadano quemó vivo a su hermano paralítico luego de tener un intercambio de
palabras.
Hace unas semanas hice una reflexión sobre la hipoteca de valores
que tenemos en nuestro país, donde los niveles de desmoralización son tan
grandes y marcados que nos han llevado a un alarmante estado de anomia social.
Y lo peor es que nadase está haciendo para rescatar esos valores que nos
caracterizaban como pueblo.
Que lamentable fue leer la noticia del crimen del joven profesor
de matemática y física que mataron cuando se dirigía al liceo América Norte a
dar clases, y ¿Por qué?, para robarle la computadora portátil.
Otro de los crímenes condenables con los que nos encontramos en
las páginas de los diarios en días recientes, fue el de la señora
LenysHinestroza, a quien degollaron en su casa, en el municipio Santa Rita
porque su hijo al parecer se negó a pagarles vacuna a unos presuntos
delincuentes.
También traigo a colación la masacre de los ocho jóvenes en
Caicara del Orinoco, en el estado Bolívar; que celebraban una graduación de
bachiller. Son tantos los ejemplos tristes que podemos recordar, que esta
historia parece interminable ¿Cuándo los venezolanos podremos vivir con la
añorada paz y la anhelada tranquilidad?
Tras el dolor que se siente al tener conocimiento de estos
lamentables asesinatos, no me queda más que unirme al dolor de los familiares
de cada una de las víctimas que a diario engrosan las estadísticas de lo que
pareciera ser un parte de guerra; también me uno al clamor de justicia que le
hacen a Dios, en primer lugar; y a las autoridades judiciales; en segundo
lugar.
Es lamentable que quienes tienen la responsabilidad de conducir al
país, promover valores y consolidar una educación productiva y proactiva; se
ocupen más de profundizar un proceso de ideologización a través del cual sólo
buscan disciplina y obediencia política.
Y preocupa que usen sus discursos para descalificar y ofender, en
vez de construir y educar. Cuando un presidente ocupa buena parte de su tiempo
en ofender, gritar y atropellar; entendemos porque estamos como estamos y de como
en muchos casos prefieren mirar hacia el otro lado o sencillamente achacar la
culpa a los medios de comunicación.
Los medios de comunicación sólo reflejan la realidad de un país.
Los medios y los periodistas no son responsables del altísimo nivel de
impunidad, de la corrupción que ha penetrado los cuerpos de seguridad y de la
falta de creatividad que sobre esta materia tiene este proceso supuestamente
revolucionario.
El Zulia es un vivo ejemplo de cómo carecen de ideas. Con todos
los recursos y los cuerpos de seguridad a su favor, el incremento en las cifras
rojas es terrible. Antes jugaron al caos con el tema. Hoy no saben
como cumplir con su principal oferta electoral, que ahora mutó a engaño
político.
Yo sigo apostando al futuro; sigo apostando por tener un mejor
país, por rescatar esos valores tan característicos de los venezolanos. En la
unión está la fuerza, y por eso los invito a que cada uno desde su trinchera,
como dicen por allí, me acompañe en el rescate de los valores de nuestra
Venezuela.
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