Pablo Pérez
Venezuela es un país próspero en el cual los problemas de inseguridad son mínimos, hay abundancia de alimentos, la calidad de vida está garantizada, los sueldos son tan elevados que permiten ahorrar, hay plena libertad de expresión y participación política, quien lo desee puede comprar los dólares o euros que necesite, la justicia es imparcial y equitativa y hay transparencia absoluta en la administración pública. Ah y como no podía faltar, no hay presos políticos porque las diferencias ideológicas son respetadas. El verdadero paraíso en la tierra.
Ese es el país que quiere ver el Gobierno y que hace todo el esfuerzo propagandístico para que lo veamos la mayoría de los venezolanos. Ellos viven dentro de una fantasía revolucionaria y pretenden que creamos que esa es la Venezuela que ha construido este modelo. Lo único cierto de esa fantasía es que los jerarcas del régimen si viven ese país muy particular.
Distinto que los cabecillas del Gobierno, el pueblo venezolano vive en medio de grandes penurias. No consigue alimentos a pesar que hacen largas colas que les quitan buena parte de su tiempo. Sus salarios no son dignos de un ser humano trabajador y honesto.
Viven presos en sus casas por la elevada inseguridad y encomiendan sus hijos a Dios y a cuanto santo conocen para que los proteja. Cuando se les daña un artefacto eléctrico, lo arruman porque es imposible pagar una reparación a los precios de hoy. Y ni hablar de comprar cauchos o una batería, porque igual deben hacer una larga cola y pedir el milagro que salgan en el sorteo que es el mecanismo “oficial” para administrar la escasez.
Un país donde los hospitales están colapsados porque la infraestructura se está cayendo y carecen de los insumos para atender los problemas de salud de los venezolanos. Un país donde aspirar a comprar dólares o euros es casi un delito que merece la mazmorra más oscura y mugrienta.
Un país dónde disentir del Gobierno es un crimen y salir a protestar pacíficamente merece la condena más larga. Un país donde un grupito despalilló más de $25 mil millones de dólares, según las cifras del exministro Jorge Giordani, y ni siquiera los han investigado. Un país que prioriza el gasto militar por encima del gasto en educación y salud. Un país que se está desmantelando.
Ese es el país real y no la fantasía revolucionaria del régimen. Un país que les dará una lección. Un pueblo que aspira un cambio y que sabe que las elecciones del 6D son la mejor oportunidad de comenzar a cambiar el modelo que ha empobrecido el país y acabado con la esperanza de la mayoría. Tú mereces un mejor país. Tú mereces vivir mejor. Pero eso no es una responsabilidad única de los partidos y tampoco caerá del cielo. Actívate y participa. Acabemos con la fantasía que en el fondo es la peor pesadilla revolucionaria.
@PabloPerezOf
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