Foto Archivo
Pablo Pérez
Es comprensible que el
ciudadano opositor a veces sienta que los políticos no hacemos lo suficiente
para derrotar al Gobierno y obtener una mayoría absoluta. Pero a veces ese
pueblo olvida que luchamos contra una fuerza que usa y abusa
de todos los recursos del Estado para mantenerse en el poder.
Es bien sabido que todos
los poderes públicos en Venezuela están sometidos a las directrices del partido
de Gobierno. Todos, sin excepción, dicen y hacen lo que sea necesario para
preservar este distorsionado proceso en el poder. Por eso ellos no sólo callan
ante los atropellos, sino que a veces forman parte de ellos.
El voto asistido es uno de
esos abusos. Ellos han aprovechado una pequeña ventana que les abre la Ley,
para “institucionalizar” esa práctica que vulnera el secreto del voto. Hay
casos como en el municipio Mara, donde el voto asistido es una de las tantas
herramientas que usa el PSUV para obtener resultados positivos a su favor.
PDVSA se ha convertido en
la caja chica electoral, porque de ahí salen los recursos para pagar la
logística de la campaña y del día de las elecciones, lo que incluye el pago de
alquiler de sonidos y tarimas, grupos musicales, comida, bebidas y todo lo que
haga falta.
Actúan con tal desparpajo,
que en época de campaña es normal ver como algunas instalaciones de la
industria son usadas como centro de logística. Pero además de eso buena parte
de su personal es “obligado” a asistir a los patrulleros y movilizadores para
obtener la victoria revolucionaria.
Otros organismos
nacionales son usados para tales fines, sometiendo a los empleados públicos a
presiones enormes para que no sólo voten por el candidato oficialista, sino que
asuman el rol de dirigentes del PSUV so pena de ser castigados o despedidos.
En el mismo camino está la
Gobernación del Zulia. Muchos son los empleados del Gobierno regional que se me
acercan para denunciar las presiones a las que son sometidos para que hagan un
trabajo político, muchas veces abandonando sus verdaderas funciones.
Todo eso ocurre ante la
complacencia de cuatro rectoras del CNE que nunca ven nada, ni escuchan nada y
siempre desestiman cualquier reclamo opositor. Se comportan de una manera tan
ilegal, que hasta autorizan migraciones de candidatos fuera del lapso legal.
A todo esto y mucho más
nos enfrentamos los dirigentes de la oposición. Pero eso no nos cambia nuestros
objetivos. Estamos claros que esta lucha es dura y difícil. No importa cuánto
abusen ellos de su poder, pues nunca abandonaremos esta batalla por Venezuela.
Ellos saben que si juegan limpio, pierden todo lo que tienen.
Creemos en una patria
libre y de progreso. Queremos un país de libertades y sin persecuciones.
Aspiramos una nación donde cesen los abusos. Soñamos con una democracia
verdadera y sin chantajes. Por eso trabajamos sin descanso. Los resultados del
8-D no nos satisfacen en su totalidad, pero son pasos positivos en el camino de
la recuperación del país. Mantengamos la fe y la esperanza. El tiempo de Dios
es perfecto.
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