Pablo
Pérez
Este es un
Gobierno que siempre actúa contra lo que la lógica establece. Prefiere
perseguir, hostigar y quebrar al empresario venezolano que genera empleo, produce
riqueza y paga impuestos; pero favorece a los sectores productivos de otros países
a través de millones y millones de dólares que se han quemado para comprar lo
que ya no se produce, por culpa de ellos, en Venezuela.
El empresario
venezolano intenta resistir todos los ataques del Gobierno. No sólo han tratado de aniquilarlos a través
de la constante fiscalización de organismos,
cuyos funcionarios están entrenados para verlos como enemigos, sino que además
los han asfixiado con un control de cambio que otorga dólares a los enchufados,
pero se los niega a quienes de verdad son empresarios formales.
Como
consecuencia de eso el café que tomamos es nicaragüense, el arroz es argentino,
la leche uruguaya, la carne y el pollo brasileño y así la mayoría de los
alimentos y hasta medicamentos que consumimos los venezolanos son hechos en
otros países, cuando aquí existe suficiente talento y capacidad para sustituir
la mayor parte de esas importaciones.
Pero el colmo
es que ahora vienen permitiendo las importaciones masivas de productos
colombianos, que a precios muy altos se consiguen en el mercado formal e
informal de Maracaibo y otras ciudades del estadio Zulia. Nadie sabe
oficialmente como ingresan, aunque todos los involucrados saben que es el negocio
de unos pocos que se aprovechan de las “facilidades” que reciben.
Cosas muy
oscuras se esconden detrás de ese comercio binacional, pero que no incluye a
los empresarios que durante muchos años han comercializado entre ambos
países. Todo es un misterio. Lo único notablemente visible es la cantidad
de productos colombianos que se venden a precios muy altos.
Esa trácala
oficial es una clara competencia desleal con el productor nacional porque,
por ejemplo, a Polar la obligan a vender su harina de maíz en Bs. 190, pero a esos empresarios
desconocidos los dejan vender el mismo producto
en más de mil bolívares. Eso es
un claro trato discriminatorio contra el sector productivo nacional que
sobrevive a pesar de los ataques oficiales.
Mientras este
Gobierno persista en su modelo no habrá recuperación de la producción nacional. Mientras se busque beneficiar a los
enchufados con negocios como esa importación de productos colombianos, solo se
favorece a la corrupción. Hoy más que nunca el cambio es necesario, urgente e
indetenible.
Twitter:
@PabloPerezOf
Instagram:
PabloPerezContigo
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