Pablo Pérez
Pero no me refiero a ninguna bomba
real, sino a la situación que está viviendo el trabajador venezolano agobiado
por la inflación, afectado por la pérdida de su poder adquisitivo y acosado por
las deudas que debe contraer para poder seguir cumpliendo con la satisfacción
de las necesidades de su hogar.
Y frente a todo ese coctel explosivo
el gobierno venía anunciando un “revolcón” que al final y muy extrañamente se
diluyó en un nuevo y simple aumento del salario mínimo, el cual ante la
inflación acumulada, y ocultada por el gobierno, no significa absolutamente nada. Eso es
una medida efectista, más no efectiva.
De nuevo ante la severa crisis que
vive el país y padecen los venezolanos el gobierno se conforma con una decisión
“cosmética” que apenas retoca los ingresos de los trabajadores, quienes se
sienten que están en una especie de corralito que no les permite progresar y
satisfacer totalmente las necesidades de sus familias.
Con todas las personas que converso,
sin importar su clase social o nivel de ingresos, se sienten atrapados en un
país en el cual se hace imposible vivir con holgura. La gente no quiere vivir
con lujos, pero si con comodidad. La gente no quiere derroche, pero está
cansada de sobrevivir con mucho endeudamiento y pocos ingresos.
Esa es la secuela de más de 16 años de
errores. Esa es la consecuencia de haber devastado la economía. Ese es el saldo
que queda de haber derrochado más de un billón de dólares que ingresaron por un
largo período de altos ingresos del petróleo y que fueron aprovechados por los
países “amigos” y por los enchufados que hicieron grandes fortunas aprovechando
los jugosos negocios que emergen desde el gobierno nacional.
Venezuela necesita un cambio, pero no
sólo un cambio político, sino una modificación total del pacto social. Se
necesita de todo un consenso real y efectivo que mediante un gran acuerdo
permita reconstruir el país, rescatar su economía y restablecer la calidad de
vida y el poder adquisitivo de los trabajadores.
Y para ello debemos activarnos y votar.
Tenemos que entender la importancia de ganar las elecciones parlamentarias,
porque a partir de una mayoría en la Asamblea Nacional se comenzarían a
promover los cambios que el país necesita. Esos cambios parten del principio
que el parlamento comience a ser de verdad un parlamento. Que cumpla con sus
competencias de legislar a favor de la democracia, de controlar a la
administración pública y que debata los más sentidos problemas del país y no
que se diluya en asuntos de poca trascendencia y bloquee cualquier iniciativa
de la oposición democrática.
Los trabajadores ya tienen claro que
en el marco de este modelo político y económico su situación no va a mejorar,
porque no importa cuántos aumentos del salario mínimo se hagan, siempre la
inflación acabará con esos nuevos ingresos, la escasez le seguirá consumiendo
su tiempo en largas colas y su poder adquisitivo será un simple recuerdo.
Pero los trabajadores deben entender
también que el cambio que les puede significar progreso, necesita de su
participación. Aquí no hay salidas mágicas. El cambio debe emerger de abajo
hacia arriba y eso implica no sólo participar, sino activarse para multiplicar
el mensaje.
¿Quieres que tus ingresos cubran tus
necesidades familiares? Participa ¿Necesitas un empleo realmente productivo que
te permita progresar? Participa ¿Quieres tener fe y esperanza en Venezuela?
Participa. Esa es la única vía. No hay otra.
@PabloPerezOf
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