Pablo Pérez
En Venezuela hasta los más radicales del oficialismo están
claros, muy claros que hay una crisis y en su mayoría dudan que el gobierno de
Maduro sea capaz de resolverla. Eso lo señalan claramente todas las encuestas,
inclusive hasta lasque ellos pagan. Hay una dura verdad que se siente
en la calle. Se palpa en las colas. Se escucha en las conversaciones del
pueblo. Se percibe en el inmenso malestar colectivo. Pero hay dos
realidades.
Comencemos con la del gobierno. El ejecutivo insiste que no hay
escasez, ni inflación, sino que todo es obra de una compleja guerra económica
con una coordinación tan, pero tan perfecta, que sería digna de estudio en los
cursos de alta estrategia militar en cualquier academia castrense en el
mundo.
Primero acusan a los empresarios.
Esos supuestos “insensatos” que, según el mensaje
oficial, prefieren esconder las mercancías y no sacarlas a la venta. Esos
que aumentan los precios de forma exorbitante, a pesar que el gobierno los
ha llenado de dólares baratos para comprar. Puras mentiras ¿De qué vive el
empresario o comerciante? De producir y vender.
Luego, en el caso del Zulia, alegan que las largas colas que
se observan en grandes, medianos y pequeños comercios son la obra
exclusiva de los bachaqueros. Insisten que los bachaqueros son
los únicos responsables de la escasez y que además son los que cercan
los comercios para llevarse todo lo que puedan para luego contrabandearlos o
venderlos en los mercados informales.
Ante tales afirmaciones yo me pregunto, si los bachaqueros son
los responsables totales ¿Qué pasó con el pomposo sistema
biométrico que fue vendido como la panacea total? ¿Por qué permiten que en
los mercados de la ciudad, como Las Pulgas, se venda de todo a precios
inalcanzables para el ciudadano? ¿Dónde está la victoria total alcanzada en la
dura batalla contra el contrabando? Todo eso es parte del
show.
También quieren vender la excusa que cualquier percance o
incidente que se suscite en una cola, es culpa de los violentos que la
oposición venezolana sembró en esas concentraciones de personas para que
elevaran las tensiones y promovieran alzamientos.
O sea que según el gobierno aquí no hay molestia colectiva, sino
que la gente se aglomera en las colas como una novedosa e
inclusiva forma de dinámica social y van a disfrutar de largas horas a
pleno sol. Como se ve que ninguno de los voceros gubernamentales ha
visitado una cola sin escoltas y sin preparación alguna.
La verdadera realidad es muy dura. No ponemos en duda que una
parte importante de quienes hacen las colas, en el caso del Zulia, son
bachaqueros. Pero la gran mayoría son consumidores normales que buscan el
desaparecido papel sanitario, los galácticos pañales, la ausente leche y
todos los demás productos que no se producen en Venezuela y que tampoco serán
importados masivamente, porque no hay dinero.
Lo que ocurre en cualquier cola para comprar alimentos en el
país, es digno de amplios estudios sociológicos y hasta económicos, para
indagar los cambios en los hábitos de consumo, de interacción social, la
pérdida de fe en el gobierno y de esperanza en el país y cómo se fue por
un foso la calidad de vida de los venezolanos.
La realidad verdadera está golpeando al gobierno. Tanto esfuerzo
que hicieron para blindar a Caracas ante la escasez y es una de las zonas del
país donde el desabastecimiento es más agudo. Da tristeza ver en que han
convertido al país. Da pena ajena ver cómo han deteriorado la vida de los
venezolanos.
El país necesita un cambio urgente, antes que las secuelas
de la crisis se sientan en la calle bajo la figura del caos. Al país
democrático le quedan espacios para actuar. Al gobierno se le acabó
el tiempo, no tienen dinero, el carisma se les esfumó y la creatividad nunca la
han tenido para hacer el bien y construir.
Venezuela se hunde ¿Quieres dejar que eso ocurra?
@PabloPerezOf
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