Pablo Pérez
Nunca
antes en Venezuela habíamos padecido de una crisis de las magnitudes de la
tragedia que ha caído sobre el pueblo. Lo que está ocurriendo es tan grave, que
miles de venezolanos están pasando hambre, cuando esa situación era
inimaginable en las proporciones actuales.
Antes
habíamos tenido problemas relacionados con el alto costo de la vida, pero nunca
habíamos tropezado con una inflación que bien pudiera cerrar por encima del
700%. El ingreso de la mayoría se esfumó con la coyuntura actual y el régimen
no tiene ni idea de cómo abatir el fenómeno inflacionario.
Estudios
científicos de alta credibilidad, como la Encuesta de Condiciones de Vida de
los Venezolanos (ENCOVI 2016), demuestran que la cantidad de familias enteras
que sólo comen una vez al día se incrementó y además los pocos alimentos que
ingieren carecen de la calidad adecuada para garantizar un crecimiento idóneo
para los niños.
La
crisis es de tal magnitud que el Gobierno acaba de aprobar un aumento del pollo
beneficiado a Bs. 850 el kilogramo y en la calle no baja de Bs. 2.500 el kg. El
país enloqueció por culpa de un modelo que pretende controlarlo todo y al final
no controla nada. Y mientras la locura avanza, ellos se hacen los locos ante
las serias dificultades de los venezolanos.
Pero
lo peor es que la cantidad de personas que viven en estado de precariedad total
se elevó y ahora usted puede ver como la cantidad de venezolanos que escarban
la basura buscando algo que comer es mucho más elevada. Pero no sólo comida,
sino que la gente revisa la basura buscando ropa y hasta cauchos viejos para
colocar a sus destartalados carros.
La
mayoría de la población venezolana entró en una espiral de empobrecimiento
brutal y el Gobierno se niega a ver esta realidad. Hay desesperación en la
calle. Hay hambre en miles de hogares. Pero sencillamente la ambición de un
grupo por sostenerse en el poder sin importar el daño que puedan causar, nos
está llevando a un caos general.
El
Gobierno cree que con un estado de excepción, con prohibir manifestaciones y
con criminalizar la disidencia, podrá mantenerse usufructuando el poder y eso
es una utopía.
El
cambio es indetenible en Venezuela. Cuando un pueblo pasa hambre, cuando un
pueblo vive aterrorizado por el hampa, cuando un pueblo siente que no gana lo
suficiente para vivir y cuando un pueblo está convencido que el Gobierno no es
capaz de atender sus necesidades, es absolutamente imparable.
Ojalá
que el régimen en su ambición entienda que debe ceder el paso a una transición
por el bien del país y de ellos mismos. La mejor vía para prevenir un desastre
es el revocatorio, pero el Gobierno se atrinchera en su interés por evitar lo
que ya no se puede evitar: el cambio en Venezuela.
@PabloPerezOf
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