En medio de la severa crisis que a
todo nivel azota a Venezuela, en la oposición existe una interesante discusión
sobre cuál es el camino a seguir. Hay quienes creen que la preparación adecuada
para ganar las parlamentarias de 2015 es el camino. Hay otros que proponen la
Asamblea Nacional Constituyente para cambiar el modelo. Ambas son respetables.
Mucho se habla de la imperiosa y
urgente necesidad de depurar los poderes públicos y devolverles su autonomía. Sobre
todo se habla de equilibrar al Consejo Nacional Electoral para que esté al
servicio de todo el país y no de una parcialidad. En todo eso estoy plenamente
de acuerdo, pero resulta que la única vía constitucional para reformar la
correlación en el CNE es a través de la Asamblea Nacional y eso sólo lo
lograremos obteniendo la mayoría en el próximo parlamento que resulte de las elecciones
de 2015.
Es cierto que una Constituyente
pudiera ser el camino que permita tomar decisiones de fondo y cambiar el
modelo para enderezar el rumbo del país a mediano y largo plazo, pero esa idea
también depende que tengamos no sólo un CNE imparcial, sino que tengamos unos
poderes públicos autónomos y alcanzar esa autonomía también pasa por el
parlamento nacional.
La institucionalidad en Venezuela vive
trágicos momentos. Sus decisiones carecen de credibilidad ante los venezolanos.
El pueblo no confía en sus instituciones y eso es una secuela grave del proceso
de destrucción nacional que comenzó hace más de 15 años. Para reacomodar la institucionalidad
venezolana, se necesita de una Asamblea Nacional que sea la genuina expresión
del país. Que sea un verdadero parlamento, donde se discutan los problemas que
agobian a los venezolanos, se respete la democracia y exista pluralidad.
Para ganar esa mayoría en el
parlamento se necesita de la sinergia entre una oferta unitaria y
representativa por parte de la oposición, pero además la activación del
ciudadano que se siente agobiado por la crisis, preocupado por el futuro y que
ha perdido buena parte de la esperanza de tener un mejor vivir en Venezuela.
Se necesita de una unidad monolítica
en torno a una pléyade de candidatos que sean la genuina representación del
pueblo venezolano, de sus penurias y aspiraciones ¿Cómo escoger a los mejores? Creo
en un sistema mixto. Tanto consenso como sea posible y tantas primarias como se
necesiten. Dónde existan liderazgos naturales e incuestionables, el consenso es
el mecanismo. Dónde existan varios liderazgos representativos, las primarias
son el escenario ideal de escogencia en manos del elector.
Las elecciones parlamentarias son
vitales para que el país cambie, para que su calidad de vida mejore y para que
tengamos esperanza. Ganando la Asamblea Nacional se viabiliza la recuperación
del país. Para enganchar a ese pueblo en torno a la unidad, necesitamos demostrar
que de verdad hay unidad, que tenemos un proyecto que les enamore, que haga
soñar y que aporte señales muy claras de que aún es posible salir de la
pesadilla. Si quieres que todo cambie, incorpórate y participa.
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